El pluriempleo dejó de ser una excepción y se volvió parte del paisaje laboral porteño. Según el último informe del Instituto de Estadística y Censos de la Ciudad (IDECBA), el 12,6% de las personas ocupadas en Buenos Aires —unas 198 mil— tienen más de un trabajo. De ese universo, el 53,3% son mujeres, lo que refleja una feminización creciente de la estrategia de “doble ingreso” como forma de sostener la economía familiar.
El estudio muestra que el 84,4% de quienes tienen más de una ocupación son asalariados en su empleo principal, mientras que la segunda fuente laboral suele estar ligada al sector servicios (93,5%), en muchos casos bajo esquemas de teletrabajo (49,4%), una cifra que contrasta con el 34,9% que realiza tareas remotas en su primer empleo.
Un dato significativo es que el 35,8% de las segundas ocupaciones son cuentapropistas, un salto de 13,8 puntos porcentuales respecto de las principales. Esto sugiere que muchos porteños buscan independencia o ingresos extra en actividades freelance o informales.
También se destaca el nivel educativo de este grupo: más de seis de cada diez pluriempleados tienen estudios superiores completos, frente al 43,9% registrado en su ocupación principal. En promedio, trabajan 46,1 horas semanales entre todos sus empleos, lo que da cuenta de una sobrecarga que combina formación, esfuerzo y precariedad.
En una ciudad donde el costo de vida no deja de escalar, los datos confirman una realidad que se percibe en los cafés, en las videollamadas nocturnas y en los colectivos llenos al amanecer: cada vez más porteños multiplican sus horas de trabajo para sostener un solo sueldo que ya no alcanza.
