Buenos Aires, una ciudad que envejece: más soledad, más mujeres que hombres y un cuarto de mayores aún trabajando

El 17% de los porteños tiene 65 años o más. Casi 4 de cada 10 vive solo, el 60% son mujeres y uno de cada cuatro sigue en el mercado laboral. El fenómeno trae consigo desafíos y también señales de resiliencia urbana.

La Ciudad de Buenos Aires sigue consolidando su perfil de “jurisdicción más envejecida del país”. Según el último informe oficial, el 17% de la población que vive en hogares particulares tiene 65 años o más. No es un número aislado: detrás se esconde una tendencia histórica que combina dos factores claros: más longevidad y menos nacimientos.

El dato adquiere fuerza cuando se traduce en escenas cotidianas: en barrios del norte de la ciudad, como Recoleta o Belgrano, casi uno de cada cinco vecinos supera los 65. Y en el paisaje urbano no es extraño ver a jubilados haciendo fila en farmacias, grupos de adultos mayores organizando caminatas en plazas o vecinos que, aún retirados, siguen colaborando en el club de barrio.

El informe revela que el 60,7% de la población mayor son mujeres, una feminización asociada a la mayor esperanza de vida femenina. También muestra que casi el 40% de los adultos mayores vive solo, lo que en la práctica implica departamentos con una única luz prendida por la noche, timbres que suenan menos y una creciente importancia de los vínculos comunitarios y vecinales.

En el terreno socioeconómico, los adultos mayores muestran una particularidad: el 78% es propietario de su vivienda, una cifra muy superior a la de los adultos de 30 a 64 años (51%). Al mismo tiempo, la indigencia es mucho más baja entre los mayores: 14 cada mil, frente a 67 cada mil en la población adulta.

Pero en una ciudad que envejece, el retiro no siempre significa inactividad. Uno de cada cuatro mayores sigue participando en el mercado laboral. Y la diferencia de género es notoria: un 34,7% de los varones trabaja frente a un 16,9% de las mujeres.

El fenómeno plantea preguntas que exceden las cifras. ¿Cómo se reconfigura la vida urbana cuando hay más abuelos que niños? ¿Qué políticas se necesitan para acompañar a una población mayoritariamente femenina, cada vez más sola pero también con niveles de autonomía altos?

La postal es clara: Buenos Aires envejece, y con ella se redefine su pulso social y económico. El desafío ya no es sólo contar los años, sino entender cómo esos años son vividos por la población.

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